Cuando Maria Callas declinaba como artista, una vez retirada de los escenarios en 1965, alguien le preguntó quién sería, en su opinión, la cantante que recogería su testigo como la voz más sensacional de la ópera y la más delicada del repertorio lírico-dramático, una inquisición comprometida que la Callas solucionó con una respuesta clara y sin dudarlo un instante: "Only Caballé", fue lo que dijo, y desde ese momento Montserrat Caballé quedó bendecida como una diva inapelable.